La dejan vestida y alborotada en el altar, pero ella decidió hacer lo impensable

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Siete meses de noviazgo acaramelado los llevó a decidir ser el uno para el otro frente al altar. Nadia Murineddu volaba feliz como en cuento de hada, a sus 39 años.

Su novio Giovanni Delegu, un militar de 24 años del que se enamoró en Facebook, preparó todo con ella, comprando solo lo mejor.

El militar y la mujer hicieron el curso prematrimonial en una parroquia del pueblo de Sorso, Italia, y reservaron un buen restaurant para la celebración.

Llegó el día, se presentó a la iglesia, pero Nadia vio que Giovanni nunca llegaba.

La situación no se volvió viral en Facebook por lo que le había pasado, que la dejaron plantada ante el altar. Hubo otra razón.

Ella, ni lerda ni perezosa hizo lo impensable. Decidió tener su fiesta de boda con todos los invitados.

El novio le dijo que lo habían llamado del cuartel militar, y tuvo que irse.

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“Ciertamente, era consciente de la diferencia de edad, quince años, y de que sus padres no aprobaban el matrimonio, pero nunca me lo podía haber imaginado…”, declaró Nadia.

Como era de esperarse, la joven cayó en depresión. Su familia se dedicó a consolarla y la convencieron de que vaya a la fiesta. “Total, ya está todo está pagado”, le dijo su padre.

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“Debía ser una fiesta. El día más hermoso de mi vida, pero no quise que fuera el más horrible. Así que pensé lo mismo que mi padre. Y me dije: ´En el fondo, no se murió nadie, la vida continúa”, finalizó la mujer.

Cabe señalar que el novio prófugo debe resarcir el daño debido al artículo 81 del Código Civil de Roma, que prevé que la promesa de matrimonio hecha con acto público -como en este caso- “obliga al que promete, si no tiene justos motivos para justificarse, a resarcir el daño ocasionado a la otra parte por los gastos realizados y por las obligaciones contraídas a causa de aquella promesa”.