Cambio climático y COVID-19: El temor de enfrentar un mundo con pandemias permanentes

La emergencia sanitaria mundial debido al COVID-19 sucede en un momento de alerta sobre el cambio climático y sobre la creciente pérdida de biodiversidad.

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El Día de la Tierra cobra cada vez más importancia. Tal es así que, tal cual lo prometió durante la campaña electoral, uno de los principales ejes de la gestión de Joe Biden, será la lucha contra el cambio climático. Por ese motivo, el presidente de Estados Unidos organizó una cumbre virtual que a partir de este jueves 22 de abril congregará a 40 líderes mundiales, entre los que destacan Vladimir Putin, Xi Jinping y el papa Francisco.

La cumbre, que se extenderá hasta el viernes y funcionará como antesala de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de noviembre en Glasgow, contará con la participación de 17 países responsables del 80% de las emisiones que aceleran el cambio climático en el mundo.

¿Hay relación entre el coronavirus y la contaminación? Son cada vez más los especialistas que dicen que sí.

La emergencia sanitaria mundial debido al COVID-19 sucede en un momento de alerta sobre el cambio climático y sobre la creciente pérdida de biodiversidad. “Esta emergencia condujo a una crisis económica y humanitaria, donde quedó en evidencia que la vulnerabilidad y las desigualdades sociales, económicas, sanitarias y ambientales se encuentran entrelazadas”, señalaron al respecto desde Fundación Vida Silvestre.

De acuerdo a un informe sobre biodiversidad y pandemias elaborado por 22 expertos líderes de todo el mundo, que propone un cambio transformador en el enfoque global para hacer frente a las enfermedades infecciosas, las pandemias en el futuro surgirán con más frecuencia, se propagarán más rápidamente, tendrán mayor impacto en la economía mundial y podrían matar a más personas que el Covid-19. Los expertos coinciden en que escapar de la era de las pandemias es posible, pero esto requerirá un cambio radical en el enfoque para pasar de la reacción a la prevención.

Actualmente se estima que otros 1,7 millones de virus actualmente “no descubierto” existen en mamíferos y aves, de los cuales hasta 827.000 podrían tener la capacidad de infectar a las personas. “No hay un gran misterio sobre la causa de la pandemia de COVID-19 —o de cualquier pandemia moderna—. Las mismas actividades humanas que impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad también generan riesgos de pandemia a través de sus impactos en nuestro medio ambiente”, dijo el doctor Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance y del taller de la IPBES.

“Cambios en la forma en que usamos el suelo, la expansión e intensificación de la agricultura, y el comercio, la producción y el consumo insostenibles perturban la naturaleza y aumentan el contacto entre la vida silvestre, el ganado, los patógenos y las personas. Este es el camino que conduce hacia las pandemias”, advirtió Daszak.

Según los datos develados por el informe, el riesgo de pandemias puede disminuir significativamente si se reducen las actividades humanas que impulsan la pérdida de biodiversidad, mediante una mayor conservación de las áreas protegidas y medidas que reduzcan la explotación insostenible de las regiones de alta biodiversidad. Esto reducirá el contacto entre la vida silvestre, el ganado y los humanos, y ayudará a prevenir la propagación de nuevas enfermedades.

“La abrumadora evidencia científica apunta a una conclusión muy positiva. “Tenemos una capacidad cada vez mayor de prevenir pandemias, pero ahora mismo la forma en que las estamos abordando ignora en gran medida esa capacidad. Nuestro enfoque efectivamente se ha estancado: todavía dependemos de los intentos de contener y controlar las enfermedades después de que surgen, a través de vacunas y tratamientos. Podemos escapar de la era de las pandemias, pero esto requiere un enfoque mucho mayor en la prevención además de la reacción”, subrayó Daszak.

¿Cuáles son los factores ambientales que impulsan la aparición de nuevas enfermedades?

De acuerdo al informe “COVID 19: llamado urgente para proteger a las personas y la naturaleza” -lanzado por la Organización Mundial de Conservación (WWF) y difundido en Argentina por la Fundación Vida Silvestre Argentina, son: el comercio y consumo de animales silvestres, la deforestación y conversión de ambientes naturales y la expansión de actividades agrícolas y ganaderas no sustentables.

“Esto deja en evidencia que la forma en que producimos y consumimos fomenta el contacto cercano con diferentes especies silvestres, lo que propicia que muchas enfermedades se traspasen de los animales a los humanos. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), una enfermedad infecciosa emerge en los humanos cada 4 meses, de las cuales el 75% provienen de animales”, dicen desde la fundación.

Salvar la tierra

Diferentes estudios nos están alertando, hace décadas, que nuestra forma de consumir y producir está destruyendo la naturaleza a un ritmo mucho más rápido de lo que puede recuperarse. Las actividades humanas ya han alterado de manera significativa 3/4 de la tierra y 2/3 del océano, generando graves consecuencias para nuestra salud y nuestro bienestar.

Manuel Jaramillo, Director General de Vida Silvestre, reflexionó: “Este 22 de abril reforcemos la necesidad de un Nuevo Acuerdo Global Por la Naturaleza y las Personas, orientado a un cambio de paradigma en nuestro vínculo con el planeta, para cambiar los actuales patrones de producción y consumo, detener el cambio de uso del suelo y fomentar la toma de decisiones políticas y económicas respetando los límites del planeta. Buena parte de las prácticas agrícolas, ganaderas y pesqueras son insostenibles, debemos modificarlas para producir los alimentos que requerimos conservando la biodiversidad”.

La Cumbre G/ que se celebrará en junio es una oportunidad para que los países más ricos del mundo asuman los compromisos financieros necesarios que garanticen el éxito dela COP26. Con anticipación se ha pedido a todos los bancos de desarrollo multilaterales y nacionales que adopten políticas claras para financiar la recuperación de la COVID y la transición a economías resilientes en los países en desarrollo, teniendo en cuenta los niveles de deuda agobiantes y las enormes presiones a que están sometidos los presupuestos nacionales.