El regalo perfecto para los desvalidos en Navidad

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“La solidaridad es la ternura de los pueblos” escribió la poeta Gioconda Belli y no se equivocó pues este no es un sentimiento superficial, sino la determinación perseverante de empeñarse por el bien común de los demás, el bien de todos, y en especial los más desamparados.


Comité Salvadoreño El Piche reconociendo las carencias y dificultades que viven salvadoreños de pocos recursos en estas fechas de Navidad y Fin de Año no se ha olvidado de ellos y lleva esa ayuda a las personas vulnerables del territorio nacional, en esta ocasión a personas con discapacidad.


Llevar esa silla de ruedas a infantes, jóvenes o adultos mayores con dificultades para movilizarse fue una labor titánica para que todos tuviesen ese instrumento, que llegaría como el mejor regalo en esta Navidad.


Dibujando sonrisas con la donación de sillas


Doña Herminia Flores Ángeles como toda madre, siempre anhelo que sus hijos nacieran sanos y salvos, pero su segundo hijo Carlos Alfredo Ramírez Flores llegó al mundo con parálisis cerebral, algo que acepto con amor.


Vivir en el cantón San Francisco, de San Sebastián en San Vicente, lejos de la ciudad, le permitió ingeniárselas para que su hijo se desarrollara con lo poco que tenían y sin poder movilizarse.


Rememora que cuando él era pequeño lo sentaba en un cajoncito de madera para poder hacer el oficio de casa, pero a medida pasaba el tiempo y él crecía así serían los aprietos para poderlo movilizar.
Es así como para los años 80, época del conflicto armado emigra a San Salvador junto a sus dos hijos sin saber su destino.


Recuerda que para esas épocas trato de llevarlo a diferentes centros de parálisis para su recuperación, pero le fue muy difícil su tratamiento por las carencias económicas que enfrentaban.


El no poder acceder a un tratamiento a tiempo al final trajo a Carlos Alfredo como consecuencia que no pueda ahora movilizar sus manos y pies, pero si puede entablar bien una conversación al igual que es consciente de lo que ocurre a su alrededor.

“Ahí lo tengo al lado mío hasta donde Dios diga” expresó acongojada la madre que reconoce que ni los colchones donde se acuesta le duran por la misma situación de su hijo


Herminia que cuenta ya con 87 abriles, entre bromas comento que ahora hasta movilizarse a ella le cuesta. Pero cuenta con el apoyo de su hija y vecinos que le ayudan a bañarlo o a veces hasta cambiarlo.


Doña Herminia confiesa que en otras ocasiones también le han donado sillas de ruedas, pero estas no le han durado por el material con el que han sido fabricados.


Es por ello por lo que ahora ella agradece al Comité Salvadoreño El Piche pues han cubierto una gran necesidad para su hijo y la familia que no cuentan con el dinero para poder hacerse de una silla de ruedas.


Doña Herminia menciona que, pese a que han tratado de llevarlo a rehabilitación, la recuperación de su hijo ha sido inútil.


Cuenta que cuando no tiene cerca a alguien que la apoye con la movilización de su hijo a la hora de hacer sus necesidades tiene que dejarlo hacer en la cama, pero que le pone un plástico, pues ella a su edad ya no lo puede cargar y levantar. “Ya solo yo con él lloráramos tristezas grandes”


Recuerda que antes podía bañar y hasta cambiar a su hijo, pero ahora se le dificulta mucho y eso le llena de mucha tristeza de ver que no puede ayudar más a su hijo, aunque de ella nazca.
Es por ello que para doña Herminia el que el comité donará la silla de ruedas fue el mejor presente para su familia.


Y eso quedo evidenciado con la enorme sonrisa que se logró dibujar en el rostro de Carlos Alfredo y su madre, que, al ver llegar la donación de la silla, dibujaron su felicidad en su rostro más que en las palabras.

Un sueño convertido en realidad


Doña Cruz Celina Quevedo Olmedo esperaba con ansias la llegada de voluntarios del Comité Salvadoreño El Piche en el albergue Brisas de Candelaria donde se encuentran refugiadas debido a que su casa en la misma fue derrumbada por la crecida del rio debido a la tormenta Amanda y Cristóbal hace seis meses.


Ella esperaba la silla de ruedas que sería utilizada por su hija María José Quevedo de 22 años pero que parece una adolescente. Su hija cuenta padece de parálisis cerebral, la cual le fue detectada cuando tenía 10 meses de edad.


Y aunque le hicieron varios exámenes como Tac Cerebral y otros como encefalograma le salió que tenía tres coágulos de sangre en el cerebro por lo que quedo con la parálisis cerebral que no le permitió hablar ni caminar.


Las faltas de recursos económicos, así como para poder movilizarla, cuenta que no le permitieron seguir con los tratamientos de su hija pues debía subirla cargada en el transporte colectivo.


Confiesa que anteriormente muchas personas e instituciones prometieron donarían la silla de ruedas, pero hasta este día ha logrado ver los resultados.


Ella ahora agradece el buen corazón de las personas que colaboran en el Comité Salvadoreño El Piche pues sabe que gracias a esos nobles corazones el sueño de tener una silla de ruedas para su hija se ha convertido en realidad.


“Esta silla le quedo perfecta, tiene respaldo alto y como si le tomaron medida para que le quedará perfecta”, dijo la madre de María José que no contuvo la emoción al ver la silla de ruedas para su pequeña que ahora podrá salir al patio del albergue donde se encuentran y disfrutará del sol y el cantar de los pájaros que antes solo escuchaba desde la ventana.


Como ellos, otros salvadoreños de escasos recursos se han visto bendecidos con la donación de sillas de ruedas por parte de Comité Salvadoreño El Piche que gracias a su ayuda puede hacer posible el sueño de muchos salvadoreños en esta Navidad.