Conviértete en hacker de tu propia vida y sé más feliz

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Ser productivo sin dejar de lado el placer. Entender, más bien, que el deseo es un motor y no un lastre. Saber que es necesario (y recomendable) escuchar las motivaciones internas para funcionar mejor.

Convertir el caos en orden. Concentrarse y encontrar técnicas para hacer de todo (o casi). Ésas son algunas de las tantas propuestas que puedes descubrir con “técnicas para optimizar el tesoro más preciado de la vida moderna”, el tiempo.

Y es que  “Un hacker de la vida es buscarle la vuelta a las cosas de todos los días. Es que los días te rindan y que vos decidas qué haces con el tiempo y que no sea el tiempo el que decida por vos, parece simple pero no lo es, hay un montón de decisiones que tomar”, explica Martina Rua, autora del libro La Fábrica de Tiempo.

Lograr conseguir atajos y completar tareas en una época donde estamos invadidos por aplicaciones, mails y chats no resulta nada fácil. Lo sabemos, porque lo vivimos a diario.

Responder un chat, mientras de reojo se mira un mail y se abre una pestaña más de la web es parte de la vida cotidiana. Se naturalizó la idea de “estar conectado todo el día”, cuando en realidad uno no está conectado sino apabullado. Y el resultado de ese caos mental es improductividad y estrés.

“Lo primero es armar una lista de pendientes, sacar las tareas de la cabeza. En segundo lugar, tener una agenda diaria que respetar: si está ahí existe, sino no. Después concentrarse, que es muy difícil sobre todo con los celulares”, analiza Pablo Fernández. También autor del libro.

Un punto fundamental es comenzar la jornada haciendo las actividades más difíciles, es decir las que requieren más trabajo y concentración. Se supone que al arrancar el día uno está más enfocado y preparado para encarar los desafíos.

“Además, cada tanto hay que revisar cómo venís. Ver los pendientes el día lunes, miércoles y viernes. No dejar todo para el último día”, detalla el autor.

El unitasking vs el multitasking

“El multitasking es improductivo. Hay un montón de papers que han estudiado el tema, y cada vez que abrimos más ventanas lo único que hace nuestro cerebro es atorarse. Estamos preparados para el unitasking”, explica Rua. Y añade: “Esto no quiere decir que no tengamos cinco o siete proyectos a la vez, pero el tema es tener el foco. Puede ser un foco de 20 minutos o una hora, pero el punto es terminar una actividad, cerrarla y pasar a la otra”.

El gran problema de estar en 50 lugares a la vez es que uno no termina de estar en ningún lado y el resultado es conocido: se hace un poco de todo malo, en el mejor de los casos, de manera mediocre.

“Cada vez que se corta con una tarea, para retomarla se demora unos 20 minutos, por eso lo más efectivo es compartimentar el día decir: dedico 30 minutos a hacer esta nota, después 30 minutos a contestar mails y otros 30 a hacer llamados”, detalla Fernández.

“Nuestra propuesta es que tengas momentos de chequeo de tecnología, porque las apps están creadas para crear nuestra atención. La idea es que seamos nosotros los que decidamos cómo usar el tiempo”, remarca Rua.

Por qué hay que dejar de buscar ser felices

Tomarse un tiempo, parar y analizar. Buscar el sentido. ¿Para qué hacemos lo que hacemos? ¿Cuál es el sentido? Ésas son algunas de las preguntas que, desde el libro, se invita al lector a hacerse. Un camino de búsqueda personal que resulta todo un desafío.

“Hay que buscar más el sentido que la felicidad. La gente se pasa gran parte de día persiguiendo la felicidad en forma de incentivos externos, acá la propuesta sería cual es el sentido, el propósito”, dice Rua.

“Daniel Pink, que es un autor de economía del comportamiento que presentamos en La fábrica de tiempo, dice que las personas que sólo tienen motivaciones extrínsecas, es decir que sólo eligen el trabajo por temas externos como el bono o cuánto van a ganar, se desmotivan muy rápido”, detalla la autora.

Esto no quiere decir que no haya que ganar dinero, sino que hay otros factores que se deben tener a cuenta. Según Pink quienes se animan a explorar sus intereses o motivaciones intrínsecas son más creativos y productivos.

En función de esas prioridades hay que aprender a elegir y decir que no. “Algo que resulta difícil porque vivimos en un país donde a veces hay trabajo y otras no, entonces incluso nosotros también tenemos miedo a decir que no por miedo a perder una oportunidad”, explica Pablo.

“Decirle que sí a todo es comprarse un problema, porque vas a quedar mal con un montón de gente o con vos que vas a dormir tres horas y se te a freír el cerebro”, advierte.

El libro invita según la publicación de Infobae.com a hacer un trabajo continuo. No es una novela con un principio y fin. No hay un protagonista al que se mira de afuera. Es un texto que conviene explorar desde la experiencia. No hay respuestas definitivas, ni conclusiones cerradas, sino más bien un montón de información y preguntas que cada uno procesará a su modo.