De barrotes a estrechada en brazos

“El lazo que se forma entre un ser humano y un animal rescatado es indestructible”

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El Salvador_ Curiosa, amorosa y juguetona, así es Luna, una gatita que fue rescatada de los barrotes de un paso a desnivel en San Salvador y a quien Adriana Molina adoptó, el pasado fin de semana, para brindarle una segunda oportunidad de vida.

“El lazo que se forma entre un ser humano y un animal rescatado es indestructible”, expresa Adriana, una joven mercadóloga de 25 años, que el pasado fin de semana firmó la adopción de Luna, una gatita que fue rescatada de la calle por el equipo operativo del Instituto de Bienestar Animal (IBA) el pasado 14 de agosto.

La imagen de una felina regordeta, atorada en los hierros del paso a desnivel entre la 1ª calle poniente y la 49 avenida sur en San Salvador, alarmaron al presidente del IBA, Guillermo Hasbún, quien de inmediato envió a su equipo a rescatarla. Para sacarla de ahí, se tuvo que detener el tráfico momentáneamente y ganarse su confianza. Luego debrindarle asistencia médica y comprobar que estaba bien, se puso en resguardo, a la espera de encontrar a sus dueños, pero nadie apareció.


A más de 2,000 kilómetros, Adriana, que disfrutaba sus vacaciones haciendo kayak en Barú, en
Cartagena, Colombia, asegura que se conectó a sus redes sociales en el instante en que Luna era
rescatada y se enamoró de ella.

“La quiero”, escribió a las redes del IBA, y a partir de ese momento se comenzó el proceso de adopción
que culminó el pasado domingo y que la llevó a los amorosos brazos de Adriana.
Adriana cuenta que, de niña, aprendió junto a su madre a cuidar y respetar a los animales, en especial a
los rescatados, que tienen un corazón de oro, afirma.


“Un día comprando en el mercado de Cojutepeque con mi mamá, rescatamos un perrito que fue
lastimado y quemado, y yo formé un lazo súper fuerte con él y quería volver a vivir esa experiencia con
un animalito de la calle, porque le cambian la vida a uno, la gente dice que uno los salva, pero es algo
mutuo”, expresa la joven.


Adriana está consciente que adoptar a Luna es una enorme responsabilidad, pero nunca tuvo dudas de brindarle un nuevo hogar. Luna ya pasó su primera consulta veterinaria y según su nueva tutora, la quiere llevar a todas partes, ya tiene su mochila de trasporte y su air tag que, en caso se pierda, facilitará su localización de inmediato. Tal como Adriana lo predijo, la felina se ha mostrado cariñosa y agradecida, pareciera que se conocen de toda la vida, asegura.

La nueva tutora insiste en que, aunque al adoptarla salvó a la gatita de estar expuesta a los peligros de las calles, el animalito también le ha dado un nuevo sentido a su vida. “Yo he sentido un vacío, una necesidad de compañía, y ahora con Luna vamos a acompañarnos y cuidarnos la una y la otra. Yo soy una persona amorosa y qué mejor que darle amor a un animal rescatado, como ella”, comenta Adriana.