Clínicas de deshomosexualización como funcionan en Americalatina

0
1019

Nota retomada de  Infobae

Matías*, de 27 años, se preparaba para mudarse de la casa de sus padres cuando fue sorprendido por unas personas que lo secuestraron y lo llevaron a un centro de rehabilitación de adicciones aunque él no tiene ninguna. En ese lugar le dijeron que la raíz de “todos sus males” es su orientación sexual. Matías es homosexual.

La mejor amiga de Matías, al no saber sobre él, encendió las alertas de que algo estaba mal, pues al interpelar a los padres del joven sobre su paradero sólo le dijeron que “él no está desaparecido, que él se encuentra muy bien”. Pero no era así, Matías había sido trasladado a una clínica de deshomosexualización, como se conoce popularmente a esos lugares de tortura que ofrecen una “cura” a la homosexualidad a pesar de que la Organización Mundial de la Salud, desde 1990, ha sido enfática en que las personas de la diversidad sexo-genérica no están enfermas

Con estos antecedentes, la amiga de Matías se contactó con la Fundación Diálogo Diverso, una organización de la sociedad civil que brinda asistencia psicológica, legal y social a las personas de la comunidad LGBTIQ+ y a su red de apoyo. Fue a través de la organización que se presentó la denuncia de la desaparición de Matías y las autoridades lo localizaron y lo rescataron luego de una semana.

Solo en abril de 2023 se conocieron dos casos de personas de 27 y 31 años que fueron encerrados en “clínicas de deshomosexualización” en Ecuador.

Ahora la Fiscalía mantiene un proceso judicial por el caso de Matías. El activista y director de Diálogo Diverso, Danilo Manzano, contó a Infobae que el centro donde Matías fue encerrado se ha justificado en que tenían una autorización firmada por los padres del joven para llevárselo. Dicha autorización no tienen ningún valor legal, pues Matías es mayor de edad y no está bajo la tutela de nadie.

El secuestro de Matías, a petición de sus propios padres, ha indignado a varios sectores de la sociedad, que han cuestionado la ineficiencia gubernamental para detectar estos lugares de tortura que están prohibidos en Ecuador desde el 2012. Pero este caso no es el único ni el más fatal.

Una prohibición en papel

Hace once años, el Ecuador reconoció por primera vez que en el país funcionan clínicas de deshomosexualización. Esto, pese a que en el 2009, el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem) ya alertó que, desde hace al menos una década, operaban centros que impartían terapias de conversión que buscaban cambiar la identidad de género de quienes ingresaban a esos lugares.

Según registros oficiales, hasta el 2013 se registraron 268 centros que ofrecían “terapias de conversión”. En el 2020, uno de estos lugares, que funcionaba clandestinamente, fue clausurado. Pero estas prácticas todavía ocurren, incluso en centros avalados por el Ministerio de Salud, como el lugar al que llevaron a Matías.

Manzano explicó que en estos centros de tortura las mujeres lesbianas o transexuales son víctimas de violaciones de “carácter correctivo”. En el 2015, el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas ya advirtió sobre las torturas a las que son sometidas las personas en estas “clínicas” pues registraron que en Ecuador, “las mujeres lesbianas eran encadenadas, golpeadas, sometidas a alimentación forzada o privadas de alimentos, obligadas a desnudarse, recluidas en régimen de aislamiento e incomunicación, inmovilizadas durante días y violadas”.

A otras personas les suministran fármacos de manera indiscriminada y violenta “con el objetivo de tenerlos lentos, adormecidos y débiles para que no puedan identificar alguna vía de escape”. A otros los someten a sesiones con psicólogos que tratan de hacerles sentir culpables por tener una identificación distinta a la heterosexual cisgénero.

Aunque según la ONU las terapias de aversión han experimentado un fuerte descenso desde finales de la década de los 70, todavía el electrochoque se ocupa en ciertos países como EcuadorAustralia, China, los Estados Unidos, Rusia, India, Indonesia, Irán, Líbano, Malasia, Panamá, Sri Lanka, Uganda, Viet Nam y Zimbabwe. 

Estas terapias someten a la persona a una sensación negativa, dolorosa o angustiosa al tiempo que se la expone a un determinado estímulo para que lo asocie con una sensación negativa.

Michelle estaba confundida una joven aquien su padre, un militar y deboto cristiano, la llevo con engaños a una clinca, pues se enteraron que ella preferia igual a hombres y a mujeres.

Michelle había sido una estudiante destacada, no consumía drogas ni alcohol: ¿por qué su papá la dejó en ese lugar? La respuesta era simple: su familia se había enterado de que a Michelle le gustaban los hombres y también las mujeres, así que buscaban “corregirla”.

Según Michelle relató, su familia era muy religiosa y pertenecían a una iglesia cristiana evangélica. Cuando sus padres descubrieron su bisexualidad pidieron ayuda a la congregación para que les dijeran cómo reaccionar. En la iglesia les sugirieron que la encerrarán en ese centro.

Que las personas conozcan sobre estos centros por recomendación de las iglesias evangélicas es común, según explicó Manzano: “(estas clínicas) trabajan de manera articulada con diferentes iglesias, principalmente las evangélicas, o con profesores de los sistemas educativos, que llegan a conocer sobre la homosexualidad de un estudiante y le recomiendan a los papás y a las mamás un lugar donde aseguran que la gente puede “curarse””.

En ese lugar, cada noche los internos eran encerrados en sus cuartos. Michelle contó que incluso tenían esposas para evitar que se escaparan. Mientras ella sufría en ese lugar, su familia decía a sus amigos que “Michelle está con Dios”, por lo que muchos creían que la joven había fallecido.

La joven pensó en escapar, pero no lo hizo porque no tenía a quién recurrir: “No todos tenemos apoyo porque no contamos con nadie más que la familia, que son los mismos que te violentan”. Así que se quedó en esa clínica de rehabilitación hasta que un día su familia volvió por ella. Michelle decidió terminar la universidad y trabajar enseguida, para lograr independizarse y poder ser libre.

A esto se suma que hay otro tipo de prácticas que buscan cambiar la identidad de la persona y que pueden incluir visitas reiteradas con psicólogos que consideran a las diversidades sexo genéricas como enfermedad. También hay casos donde las personas LGBTIQ+ han sido sometidas a exorcismos.