Quién es Giorgia Meloni, la ultraderechista que ganó las alecciones y se convertirá en la próxima primera ministra de Italia

“Soy Giorgia, soy mujer, soy italiana, soy cristiana. ¡No me pueden quitar esto!”, gritó en una de sus presentaciones.

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Un terremoto político sacudió a Italia el domingo. La ultraderecha ganó las elecciones por primera vez en Italia

Unos 50 millones de ciudadanos salieron a las urnas para elegir al Gobierno número 68 de los últimos 76 años, dando la victoria a la coalición de la derecha y ultraderecha, formada por los partidos ultra de Hermanos de Italia y la Liga y por la Forza Italia de Silvio Berlusconi.

Fue una victoria neta —con más del 44% de los votos en el Senado (112 escaños, de 200) y casi el mismo porcentaje en la Cámara de Diputados (con 235 diputados de 400), con el 99,9% del escrutinio— que les permitiría alcanzar la mayoría absoluta.

En clave interna, la enorme ventaja obtenida por Giorgia Meloni, líder del posfascista Hermanos de Italia, que ha multiplicado por seis los resultados obtenidos en 2018 (pasa del 4,3% al 26%), la coloca como favorita para recibir el encargo del jefe del Estado, Sergio Mattarella, para formar Gobierno: la primera mujer en lograrlo en la historia de la República.

Con estos resultados llega al poder un conglomerado político que no gobernaba desde el último Ejecutivo de Silvio Berlusconi, caído en 2011 con una Italia al borde de la quiebra y una precoz Meloni como ministra de Juventud.

El resultado no sorprende a nadie en una campaña marcada por el desinterés y la apatía ciudadana. Las cifras, de hecho, coinciden con las que manejaban las tres formaciones en el mes de julio, cuando hicieron caer de forma interesada al Ejecutivo de Mario Draghi (exquisitamente neutral durante la campaña).

La noticia, sin embargo, ha sido un desplome histórico de la participación, de casi el 64% (alrededor de nueve puntos menos que en 2018), que marca una senda descendente del interés de la ciudadanía por la política desde 1979.

¿Quién es Giorgia Meloni?

Meloni milita en la ultraderecha desde los 15 años, cuando se inscribió en el Frente de la Juventud del Movimiento Social Italiano, MSI, el partido que fundaron en 1947 los sobrevivientes de la élite de la República Social Italiana en el norte italiano, bajo la guía de Giorgio Almirante, ex ministro del Duce

Cuando el MSI se disolvió tras la muerte de Almirante, Meloni pasó a la Alianza Nacional de Gianfranco Fini, que era la continuidad del movimiento fascista tradicional. Se convirtió ahí en una periodista de los medios afines y cuando la alianza ya no tenía oxígeno, la joven Meloni fundó en 2012 Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), siempre en la misma línea sucesoria.

A los 29 años fue elegida por primera vez como diputada y enseguida se hizo famosa por sus posturas de derecha radical en materia de inmigración, derechos LGBT y aborto. Dos años después pasó a ser ministra de la Juventud en el gobierno de Berlusconi. Y desde entonces viene construyendo el andamiaje político para reemplazar a la vieja guardia de la derecha. Incluso, fue llevando a su partido hacia una forzada moderación. Meloni dio instrucciones a las filiales de su partido de que no se hicieran más declaraciones extremas, ninguna referencia al fascismo y, sobre todo, no utilizaran el “saludo romano”, con el brazo derecho extendido.

El apoyo al partido de Meloni fue creciendo de forma lenta pero constante desde las elecciones parlamentarias europeas de 2019, en las que Hermanos de Italia se hizo con el 6,4% de los votos. Ganó apoyos al exigir que la UE abandone el pacto mundial sobre migración, un acuerdo no vinculante de Naciones Unidas que es objeto de teorías conspirativas de la extrema derecha en muchos países, y al defender un bloqueo naval al norte de África para frenar la inmigración.

El ascenso de Meloni se debe, sobre todo, a los periodistas de la radio y la televisión. Es una abonada a los programas políticos. No hay día en que esta mujer agradable, de contextura pequeña y lengua devastadora no aparezca opinando de algo. El periodista más famoso de la derecha dura, Vittorio Feltri, siempre la elogia. Incluso presentadores destacados y moderados la llevan permanentemente a sus programas porque la presencia de la carismática diputada les sube el rating.

Meloni también ganó protagonismo internacional, al convertirse en presidenta de la alianza de partidos de extrema derecha y populistas de la UE, Conservadores y Reformistas Europeos. En España se hizo famosa al presentarse en varios actos del partido ultraderechista Vox.

“No hay término medio posible. O se dice sí, o se dice no. Sí a la familia natural, no a los lobbies LGTB. Sí a la identidad sexual, no a la ideología de género. Sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte. Sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista. Sí a las fronteras seguras, no a la inmigración masiva. Sí a la soberanía de los pueblos, no a los burócratas de Bruselas. Sí a la civilización, no a quienes quieren destruirla”, dijo exaltada y en español la líder de Fratelli d’Italia en un mitin de Vox en Marbella en junio, y que incendió la campaña andaluza.

La autobiografía de Meloni, “Io sono Giorgia” (“Yo soy Giorgia”), publicado por Rizzoli, una de las principales editoriales italianas, lleva semanas encabezando las listas de ventas. Y esto también le permitió hacer campaña de vernissage. “Soy Giorgia, soy mujer, soy italiana, soy cristiana. ¡No me pueden quitar esto!”, grita en las presentaciones.

Y las críticas apuntan que el libro es no solo eso, una diatriba homofóbica, sino que también está mezclada con conspiraciones y matices antisemitas. Dice en un momento: “Verás, la corrección política es una onda expansiva, una cultura cancelada que intenta trastornar y eliminar todo lo bello, honorable y humano que ha desarrollado nuestra civilización. […] Es un viento nihilista de una fealdad sin precedentes que intenta homogeneizarlo todo en nombre del Mundo Único. En definitiva, la corrección política -el Evangelio que quiere imponer una élite apátrida y desarraigada- es la mayor amenaza para el valor fundacional de las identidades”.

Meloni tiene el apoyo de los populistas autoritarios de Europa. Recibió recientemente una carta muy elogiosa del presidente húngaro Viktor Orbán, con quien la diputada se había reunido en Bruselas el mes pasado, junto con otros líderes nacionalistas, como Janez Janša de Eslovenia y Mateusz Morawiecki de Polonia.

La última semana, su partido firmó una declaración junto con otros partidos europeos de extrema derecha (Vox español, Fidesz húngaro, Ley y Justicia polaco, entre otros) para lanzar una alianza política continental basada en la idea de la Unión Europea como un “superestado” centrado en la familia tradicional y contra la “inmigración masiva”.

Pero lo que más preocupa en Italia y toda Europa es la conexión que Meloni tendría con grupos de interés rusos cercanos a Vladimir Putin. La prensa italiana denunció que sus aliados recibieron dinero desde Moscú y que los famosos hackers que maneja el Kremlin pudieron haber estado detrás de algunas maniobras que terminaron con la caída del gobierno de Draghi. Ahora, a partir del triunfo de las elecciones de este 25 de septiembre habrá que ver cómo se desempeña quien será sin dudas la primera ministra mujer de la historia de Italia.