Conoce el lado oscuro de la lactosa

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Con un alto valor nutritivo, la leche es un alimento básico de la alimentación; sin embargo, existen pequeños detalles negativos que pueden convertirla en un enemigo, en vez de en un aliado.

El valor  nutricional de la leche es grande  al ser uno de los alimentos más completos por contener proteínas, grasas, hidratos de carbono y vitaminas, tanto hidrosolubles como liposolubles y minerales.

Al igual, previene la osteoporosis y favorece la formación de nuevos tejidos en el organismo durante la etapa infantil, embarazo o por intervenciones quirúrgicas, fracturas o quemaduras.

Sin embargo, carece de algunos nutrientes como la fibra, el hierro, la vitamina C y no provee del aporte ideal de aminoácidos.

En personas sensibles, su consumo puede provocar cólicos abdominales, agravar el colón si esta irritable y las úlceras gastroduodenal, hasta inflamación y hemorragias intestinales en lactantes.

Algunos de sus componentes como las grasas saturadas y la caseína pueden aumentar el nivel de colesterol en la sangre, incluso la lactosa predispone a padecer enfermedades cardiacas, por ello se aconseja su nulo consumo tras la presencia de un infarto y arterioesclerosis.

Para quienes padecen artritis reumatoidea es mejor evitarla, pues provocan inflamación y entumecimiento en las articulaciones por los complejos antígeno-anticuerpo generados por la leche que pueden depositarse en ambas partes.

A consecuencia de galactosa, la leche puede ser causante de cataratas en algunas personas al ocasionar opacidad en el cristalino, y tras distintas evidencias científicas también se ha determinado que está relacionado con algunos tipos de cáncer, ya que su consumo diario aumenta el riesgo de padecer cáncer de próstata, ovarios y linfomas.

Al final recuerda que todo en exceso es malo, y aunque seas una fanática de la leche, lo mejor es que la consumas con reserva y no diariamente. Así tomarás de ella sus efectos positivos, sin arriesgar tu salud.