Conoce la verdad y mitos sobre el cigarro electrónico

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Cinco años después de la expansión del cigarrillo electrónico a nivel mundial todavía son muchas las dudas que planean sobre esta nueva forma de fumar.

Eduardo Calvo Corbella, miembro del Grupo de Respiratorio de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) y profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid despeja algunas dudas.

Los expertos especulan que pudiera producir menor toxicidad que el cigarro convencional, pero no hay estudios que lo demuestren. No se conocen los efectos a largo plazo del uso del cigarro electrónico.

Sí se sabe que produce menos sustancias carcinogenéticas que el cigarro convencional. El glicerol produce acroleína, aunque en menor proporción que el pitillo tradicional.

Los cigarros electrónicos que incluyen nicotina aumentan la frecuencia cardiaca y los niveles de cotinina en sangre. Esto varía en función de la experiencia del fumador y la técnica de inhalación o vapeo. Puede haber riesgo de intoxicación por nicotina si se ingiere por vía oral al manipular el cartucho, por lo que es peligroso dejar un cigarro electrónico al alcance de los niños.

Por otra parte, el cigarro electrónico produce alteraciones en la función pulmonar. Los cambios agudos hallados en la función respiratoria, como broncoconstricción, son menores a los que produce el cigarrillo convencional. Hay algún estudio que demuestra que provoca asma en niños, además de irritación en los ojos, garganta y vías aéreas. No existen datos de seguridad a largo plazo.

De igual forma, la acción sobre el cerebro sólo sería producida por los cigarrillos electrónicos que tienen nicotina en el líquido del contenedor para vapeo.

Por otra parte, el cigarro electrónico no produce alquitranes o monóxido de carbono como el tabaco convencional. Algunos cigarrillos electrónicos no tienen nicotina y, en cambio, introducen sustancias saborizantes de efecto desconocido a largo plazo (algún estudio valora su posible toxicidad). Además, se especula que el uso del cigarrillo electrónico a corto plazo pudiera servir para reducir el uso del tabaco tradicional o, en algunos casos, conseguir el abandono del tabaco.

Pero, el principal inconveniente del cigarrillo electrónico es que no se conocen sus efectos a largo plazo. Sí se conoce el efecto del tabaco convencional: cáncer, cardiopatía isquémica, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), bronquitis crónica, enfisema, etcétera. Algunos expertos consideran que los efectos a largo plazo no pueden ser peores que los ya conocidos y causados por el tabaco tradicional.

Aunque, no se conocen efectos a largo plazo debido, principalmente, a la  falta de estudios. Los cigarros electrónicos se introducen en el mercado chino en 2003 y su uso se ha incrementado a nivel mundial desde el año 2010. En los últimos años, las autoridades sanitarias y los profesionales de la salud comienzan a ver su uso como un verdadero problema de salud pública. A corto plazo hay descrito algún caso de neumonía lipoidea.

Se estima que el efecto sea menor que el asociado al cigarrillo convencional. Se han detectado elevaciones de cotinina en la sangre en no vapeadores expuestos al cigarro electrónico. También se ha demostrado la presencia de sustancias volátiles de 2,5 micras de diámetro que pueden depositarse en el pulmón de fumadores pasivos de cigarrillos electrónicos.

¿Es igual de adictivo el cigarrillo electrónico que el tradicional?

Si no tienen nicotina, los cigarrillos electrónicos no producen adicción física. El riesgo de engancharse depende de si se usa para sustituir el tabaco, para reducir su consumo o, simplemente, de forma recreativa por parte de personas que nunca han fumado. Pero es importante saber que los cigarrillos electrónicos pueden mantener la adicción psicológica a la nicotina.

La adicción tiene un componente físico, de corta duración, y uno psicológico, más duradero en el tiempo. El cigarrillo electrónico dificulta romper la conducta con el cigarro, dada la similitud con el cigarrillo convencional.

Por último, el efecto sobre futuros fumadores es pernicioso, dado que relajan la prevención sobre la conducta de fumar y perjudican lo conseguido hasta el presente en las campañas antitabaco. El cigarrillo electrónico podría aumentar el consumo de tabaco en jóvenes y “normalizar” el consumo de tabaco.

¿Puede ser de ayuda para dejar el tabaco?

Algunos expertos consideran que sí, pero reclaman que sea considerado como un producto sanitario y continúe la investigación controlada sobre este campo. Los expertos siguen aconsejando los métodos farmacológicos tradicionales (nicotina, bupropion y vareniclina). Si un paciente opta por el cigarro electrónico, se le debería informar sobre el estado de la ciencia en este momento, sobre su eficacia y seguridad.