Vuelve a sonar el ruido del casete

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Después del vinilo, las cintas de casete —el clásico entre los clásicos para los que tengan más de 30 años vuelven a cobrar importancia en la industria de la música. Las ventas de ese formato en los Estados Unidos crecieron un 74% (129.000 copias vendidas) en 2016 respecto al año anterior (74.000 copias), según el informe anual de Nielsen Music.

Aunque las casetes nunca han desaparecido por completo, sí habían perdido popularidad después de que dominarán el mercado en EUA y compara alrededor del 40% en España entre las décadas de 80 y 90.

Ese formato, caracterizado por su sonido sucio, ha resucitado debido a lanzamientos como Purpose, de Justin Bieber, y Beauty Behind the Madness, de The Weeknd (ambos a la venta exclusivamente en Urban Outfitters, que vendieron mil copias cada uno el año pasado, junto con reediciones de clásicos como The Slim Shady LP, de Eminen (3.000 cintas vendidas) y Purple Rain, de Prince (2.000 copias).

Irónicamente, la mayoría de las nuevas casetes vienen con un código para descargar el álbum en formato digital, ya que muchos consumidores no tienen un reproductor. Pero incluso eso está en vías de solucionarse: un equipo de diseñadores Lituania pretende vender el año que viene un nuevo modelo de walkman similar a losgadgets actuales para resolver el problema.

No hay datos oficiales sobre la fabricación y la venta de casetes en España. “En España somos muy underground, por eso no hay cifras”, dice José Guerrero, valenciano de 38 años y dueño del sello Mascarpone.

Guerrero empezó a trabajar con el formato en 2013 y desde entonces ha lanzado por lo menos 20 grupos. Graba las cintas en su casa y diseña él mismo las portadas. Cada una cuesta seis euros. “El vinilo ha ayudado a que vuelvan las cintas, pero estas tienen la ventaja de ser más baratas”, dice.

Teodoro Hernández, riojano de 40 años y dueño de Alta Intensidaz, se dedica a la edición de casetes desde hace más de dos décadas. Como Guerrero, sus principales compradores están en Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y Japón, pero él cuenta que no es un mercado del que se pueda sacar mucho beneficio.

Tanto Guerrero como Hernández creen que el furor de Internet, a la vez que fomenta las pasiones por las nuevas tecnologías, resucita en algunos las ganas de poseer algo más “auténtico”. “A la gente, al final, le apetece tener un objeto en casa. Comprar una casete es algo más romántico, como comprar un libro”, compara Guerrero.