Reactivar el agro en El Salvador el tema pendiente del Gobierno actual y el reto del siguiente

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Uno de los principales motores de crecimiento económico en 2016-2017 fue el sector agropecuario con 4.6% del PIB, recuperándose respecto al comportamiento negativo del año 2015 cuando decreció 1.8%, según el informe de crecimiento económico 2016, del Banco Central de Reserva.

Políticas implementadas en los años 90s y factores estructurales descuidaron el sector agropecuario e industrial, promoviendo un crecimiento en el sector terciario. Condiciones climáticas normales y políticas sectoriales favorecieron una mayor producción agropecuaria, sin embargo estas cifras siguen estando muy alejadas de los añorados años 80 en donde el agro representaba el 37% del PIB.

A lo largo de la historia de El Salvador el sector agrícola ha ejercido un aporte primordial en el desarrollo económico del país, fundamentado por el cultivo de productos primarios de exportación (café, algodón, caña de azúcar, etc.), los cuales representaban la principal fuente de ingresos y generación de empleos de la zona rural.  La agricultura salvadoreña y en especial el modelo agroexportador, han sufrido múltiples transformaciones económicas, dichos cambios fueron causados por la implementación de una serie de políticas y leyes que han generado un constante deterioro del sector agrícola.

En los años 50, el 67% de la población vivía en las zonas rurales y el 33% en la ciudad, mientras que hoy en día, es al contrario (67% vive en la ciudad y 33% en el campo). El agro pierde su protagonismo hasta llegar a cifras como la que mencionábamos anteriormente al cierre de 2016.

Cambio Climático

La sequía que hubo en 2016 y el huracán de El Niño en 2015 echó a perder muchos cultivos y ganadería, sobre todo de la zona oriental del país, traduciéndose en una millonaria perdida en los cultivos de maíz y frijol. Además otros factores causados por la mano del hombre como los  incendios forestales han pasado factura al agro. Paradojicamente en 2017 fue todo lo contrario, hubo más lluvia de lo habitual.

Para el ministro de Agricultura y Ganadería, Orestez Ortez estamos viviendo un periodo muy difícil “el embate del fenómeno del niño que comenzó enero del 2014 y se desvanecerá en el mes de junio ya tiene impacto en la diversas actividades que se desempeñan en el país. La adecuación a esta nueva realidad es imprescindible y debemos sumarnos todos los sectores a asumir el reto”, dijo.

Estos impactos del fenómeno no solo se percibieron en la producción de café y azúcar, también los resintieron la ganadería, apicultura, producción de maíz, arroz y frijoles.

Ortez también señaló el esfuerzo de la banca por acompañar a los sectores más vulnerables a raíz de los fenómenos. “Es necesario seguir apoyando el agro salvadoreño, seguimos trabajando por contener embate de la roya, renovar parque cafetalero y promover negocios de café a nivel mundial y trabajamos en la mejora de semillas”, expresó.

Reactivar el agro ¿utopía?

Mas allá de los discursos de los gobiernos sobre todo de izquierda de una “reactivación del agro”, existen otros factores que hacen ese sueño utópico como: insuficiente mano de obra en el campo; lo que ha llevado a la demanda de mano de obra de países como Honduras y Nicaragua; falta de medios idóneos (tecnología) para asegurar altas tasas de productividad, la producción agrícola es más que todo familiar y de subsistencia, no hay agricultura industrial, es decir, grandes empresas agrícolas, además de otros factores externos como el envío de remesas a las familias en zona rural y bajos salarios en este sector.

BCR

 

 

De acuerdo al consultor en asuntos económicos de Funde, Carlos Pérez, reactivar el agro, puede hacerse, pero en un análisis de factibilidad y de ventajas comparativas, no es tan fácil ni conveniente, pues hay otros países más competitivos en la producción agrícola, lo que debería mover a El Salvador a dedicarse a otros rubros productivos.

“Está bien trabajar por la agricultura de subsistencia, pero pensar en que el sector vuelva a recuperar la fuerza y el protagonismo de hace 40 años no es realista” afirmó.

Al igual que el BCR, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) destacó en su informe 2016 que el agro salvadoreño es el sector que mayor crecimiento presentó el año pasado, para el MAG eso demuestra que todos los esfuerzos por reactivar el sector agropecuario y la implementación de las políticas públicas en apoyo directo a los productores están proporcionando resultados positivos.

El MAG destaca entre sus esfuerzos que en el año 2016 otorgó alrededor de $35 millones en créditos con una tasa del 4%, una política sostenida desde que se creó esta línea especial de financiamiento para la producción de alimentos.

El MAG reafirmó su compromiso de trabajar por impulsar la agricultura familiar, desarrollando acciones para la adaptación al cambio climático, lo que implica seguir con la modernización de los sistemas de riego, mejora del suelo, recuperación forestal vinculada a la agricultura y busca recuperar en este gobierno el 85% de la soberanía y seguridad alimentaria de toda la nación. Sin embargo los economistas aseguran que lograr una reactivación a esas magnitudes es irreal.

En la práctica según Peréz, no se da “Muchos productores se quejan de excesiva tramitología, bloqueos comerciales, altos costos de seguridad, etcétera, lo que va en contra de pretender rescatar el sector”, aseveró.

Además agrega que existe una política asistencialista mediante la cual se “regala” a los productores, semillas y fertilizantes, una herramienta política, más que estrategia de reactivación del agro, al igual que los demás subsidios, crea dependencia y no contribuye a que los productores fortalezcan sus capacidades para ser competitivos por su propia cuenta.

“Volver competitivo el agro implica una alta inversión en preparación de tierras, adquisición de maquinaria, tecnología, además de que grandes empresas agrícolas se dediquen a producir para satisfacer el mercado local y exportar. En estos momentos, eso no es factible, debido a la coyuntura de crisis de legitimidad que vive el Estado y al clima de incertidumbre que perciben los agentes económicos”, explicó Pérez.

Por lo tanto si se quisiera reactivar el agro, el Estado debería cooperar activamente con los productores en brindarles asistencia técnica de calidad, proveyendo investigación y desarrollo, seguridad física y jurídica, asegurando un clima de negocios amigable a la inversión, invirtiendo en infraestructura productiva y conectividad (mejores carreteras, electricidad a bajo costo, comunicaciones, entre otros)

Ante la falta de mano de obra en el campo se debe generar los incentivos necesarios para que los trabajadores regresen a trabajar la tierra, sobretodo incentivar a los jóvenes con salarios dignos, condiciones de trabajo adecuadas, respeto de derecho laborales, entre otros.

El BCR por su parte recomienda potenciar  la  producción  del  sector  agropecuario  focalizando  esfuerzos  hacia  los  sectores clave  según  la transformación  productiva  del  agro,  que  son  productos  de  origen  animal, alcohol y sus derivados, chocolate, aceites vegetales y madera y sus productos.

Leyes

Ante estos fenómenos en el año 2016, diputados de ARENA presentaron un decreto para la creación de la Ley del Programa de Seguro Agrícola en El Salvador, como respuesta a la falta de apoyo del gobierno a los productores agrícolas para contrarrestar el impacto del cambio climático en la producción de maíz y frijol. Empresas como Alba Alimentos sí cuenta con un seguro agrícola similar pero solo abarca al cultivo del maíz.

Los legisladores piensan que es necesario contar con planes de contingencia, ante los distintos fenómenos naturales que acechan de manera constante, lo cual deja a los productores agrícolas desprotegidos.

De acuerdo a estudios sobre el deterioro del agro en El Salvador, no basta con eliminar las barreras y obstáculos al comercio internacional para mejorar los saldos comerciales del país, como lo proponen las corrientes ortodoxas, sino que también es necesario incorporar políticas sectoriales orientadas a mejorar la capacidad productiva, no solo para enfrentar la competencia de las importaciones, sino también para que las exportaciones sean una alternativa real en las preferencias del consumo internacional.

Para los años 2019 y 2020, la perspectiva del crecimiento económico salvadoreño es de 2.4%, con una leve desaceleración asociada a una reducción esperada en la demanda externa, principalmente de Estados Unidos.

El reto estará ahora en las manos del próximo gobierno de El Salvador, a lo cual precandidatos presidenciales en sus discursos han tocado el tema de reactivación, sin profundizar en la manera de hacerlo.

Periodista: Claudia Montes

Fuentes:

FUNDE, BCR.