Gerhard Müller es el cardenal que ataca al Papa y se convierte en el líder de la oposición conservadora contra Francisco

0
336

El Papa Francisco enfrenta desde hoy una férrea oposición comandada por el cardenal alemán Gerhard Müller, de 69 años, quien fue guardián de la ortodoxia católica, prefecto de la Doctrina de la Fe, pero removido por Jorge Bergoglio.

Müller abrió un fuego graneado contra el pontífice argentino en una entrevista exclusiva a la agencia alemana “DPA”, en la que alertó obre un “culto excesivo al pontífice”.

De hecho, el cardenal acusó indirectamente a Francisco de favorecer una “adulación cortesana y una afectada subordinación”. “Todo católico, sobre todo cada obispo y cada cardenal, tiene una relación positiva y constructiva con el Papa”, señaló Müller, aunque señaló que algunos tienen “una devoción papal hipócrita, como si la divisa fuera: El Santo Padre tiene una idea y nosotros lo seguimos incondicionalmente y llenos de admiración”.

“El Papa también es solo un ser humano. Eso quier decir que no todo lo que hace y dice es de por si perfecto e insuperable”, expresó.

El papa Francisco destituyó a Müller como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe a principios de julio. Había sido designado en ese puesto por Benedicto XVI en julio del 2012.

“A mi no se me acaba el mundo, pudo seguir haciendo muchas cosas por la Iglesia”, respondió Müller cuando se le preguntó por su relevo.

En la entrevista, el cardenal afirmó desconocer los motivos de su destitución, que en realidad aparecía inevitable por los conflictos que lo enfrentaron desde el comienzo del papado de Jorge Bergoglio.

“Fui llamado a Roma por el Papa Benedicto únicamente para este cargo. Normalmente se parte de la base de que es hasta los 75 años”. En realidad el mandato en las cumbres de la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia, tiene cinco años de duración. Así lo decidió el Papa Pablo VI cuando emprendió una tarea de renovación de la Curia tras el Concilio Vaticano II. Bergoglio dijo a algún amigo que no era un “cortador de cabezas” y eligió esperar a que el guardián de la ortodoxia terminara su período quinquenal, lo que ocurrió el 1 de julio, y no renovárselo.

“En los tiempos de los medios de comunicación masivos es peligroso que la gente solamente aclame al Papa o que viaje a Roma por sensacionalismo, para poder decir después ‘he visto al Papa en primera fila y estaba muy cerca de él'”, enfatizó Müller.

Müller se opone a las iniciativas reformistas de Francisco, entre ellas el cambio en el tema de los católicos divorciados vueltos a casar, que estuvo en discusión en los Sínodos de la Familia del 2014 y 2015.

Alemania, Müller fue criticado por la debilidad de su investigación del escándalo, en el que se comprobaron 67 casos de abusos sexuales.

Otro cañonazo por elevación que mandó el ex guardián de la ortodoxia a Jorge Bergoglio fue afirmar “respecto a los fieles” de que deseaba “que haya un menor culto al Papa. “No debería surgir un culto a la personalidad”, dijo.

“En los tiempos de los medios de comunicación masivos es peligroso que la gente solamente aclame al Papa o que viaje a Roma por sensacionalismo, para poder decir después que ha visto al pontífice y que estaba muy cerca de él”.

Entre las discrepancias profundas del jefe del ex Santo Oficio y la Sagrada Inquisición con el Papa argentino, la más explosiva fue la oposición muy dura de Müller contra el cambio en la cuestión de los católicos divorciados vueltos a casar. El tema fue motivo de controversias en los Sínodos de la Familia de 2014 y 2015. En un documento final de marzo de 2016, llamado Amoris Laetitia, Jorge Bergoglio autorizó en notas al pie de página y no en el texto que ese tema lo decidieran los obispos. Es lo que pedían los episcopales alemanes: un camino de penitencia al final del cual se devolvieran los sacramentos, sobre todo la comunión, del cual habían sido excluídos los que habían divorciado y contraído nuevo matrimonio por el civil.

El cardenal Müller hasta escribió un libro en el que afirmó que “ningún Papa puede disponer de los sacramentos”. El matrimonio es indisoluble por voluntad divina y “ni la más alta autoridad eclesiástica puede intervenir en la sustancia de un sacramento”.

Müller dio conferencias en varios países. Las que levantaron más polvareda, con acusaciones de otros obispos contra él por “franca rebeldía” al pontífice, las pronunció en España. Llegó a decir que él no era “una copia servil del pontífice”, sino que estaba donde estaba “para servir con su cabeza”.