MS-13 crece en EUA con los jóvenes que cruzan la frontera

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Los latinos que buscan emigrar a los Estados Unidos lo hacen en busca de un futuro próspero, pues las difíciles condiciones de vida que enfrentan los llevan a ir tras ese “sueño americano”. Pero muchas veces esto en lugar de ser un sueño se vuelve toda una pesadilla y más cuando se quiere dejar atrás un pasado que lo sigue aún cruzando la frontera.

Danny Centeno Miranda tenía 16 años cuando escapó de El Salvador y se dirigió a Estados Unidos para encontrar una salida a los problemas de la peligrosa pandilla MS-13, a la que había pertenecido durante unos años.

Las autoridades federales de inmigración lo interceptaron en la frontera y los agentes lo dejaron quedarse con un tío que vivía en un tranquilo barrio de Virginia. Allí pudo matricularse en la escuela secundaria, consiguió un trabajo en el restaurante de la cadena Benihana y regularmente mandaba dinero a su padre para que él pudiera comprarse un auto nuevo.

No obstante,  la tranquilidad al parecer le duró poco. Danny empezó a reunirse con miembros de la pandilla MS-13 lo que hizo que entrara de nuevo en este arriesgado grupo para pelear con una banda rival.

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Sin embargo,  por orden de los líderes de El Salvador, el joven fue asesinado durante una mañana de septiembre mientras caminaba hacia una parada de autobús, explicaron las autoridades.

La historia del joven deja en evidencia de que la banda había regresado a Estados Unidos después de una relativa calma. Las autoridades manifiestan que el aumento de la violencia ha afectado especialmente a Long Island, Boston, Houston y en el área metropolitana de Washington DC. En los últimos meses, las autoridades han vinculado decenas de asesinatos a la banda.

El periódico infobae.com informó que una extensa investigación de The Washington Post aseguró que el auge de la MS-13 está siendo alimentado por el incremento de inmigrantes adolescentes quienes, al igual que Danny, llegaron a Estados Unidos sin ningún tipo de protección, únicamente con la intención de escapar de la pobreza y de la violencia pandillera. Para algunos ese esfuerzo fue en vano porque volvieron a caer.

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La investigación confirma que entre los jóvenes, la mayoría procedentes de Centroamérica, hay quién se une a las facciones de la MS-13. Aquellos que intentan adaptarse a una nueva cultura y a un nuevo lenguaje son rápidamente reclutados por la pandilla.

En los últimos años, 150.000 niños y adolescentes han sido detenidos en la frontera, examinados y colocados en comunidades a través de la Oficina Federal de Reasentamiento de Refugiados (ORR, por sus siglas en inglés). Otros muchos han pasado ilegalmente por la frontera.

Empero, solo un pequeño porcentaje de estos jóvenes están envueltos en la violencia pandillera y muchos de ellos son víctimas del propio grupo. El resurgimiento de la MS-13 ha hecho que el programa federal de reasentamiento revise muy cuidadosamente cada petición.

El estudio asegura que algunos políticos y oficiales están convencidos de que se les permite la entrada al país a miembros de peligrosas pandillas. Otros aseguran que el rastreo que se realiza a esos jóvenes es inadecuado. Lo cierto es que el seguimiento es muy limitado y muchos jóvenes ni siquiera se presentan a los procedimientos de inmigración, tal y como reveló recientemente un informe del Congreso de Estados Unidos. Además, se argumenta que hay importantes brechas en los esfuerzos locales para ayudar a los niños y adolescentes vulnerables antes de que la pandilla los reclute.

El estudio detalla también que al menos 42 jóvenes, que cruzaron solos la frontera, han estado involucrados en varios actos de violencia de la MS-13.

Los funcionarios no rastrean esos casos y los registros de inmigración se realizan de forma secreta

Venus Iraheta, de 17 años, golpeó en varias ocasiones a una joven adolescente diciéndole que la quería “ver en el infierno”. Luis Avelar Morales pertenecía a un grupo que, supuestamente, llevó a un joven a un bosque de Maryland para balearlo.

Christian Villagran Morales recibió 153 puñaladas después de que miembros de la MS-13 lo confundieran con un integrante de una banda rival.

Al parecer, la creciente violencia de la MS-13 se ha convertido en un tema polémico y un debate nacional en materia de inmigración. El presidente Donald Trump y el fiscal general Jeff Sessions han prometido que van a sumar esfuerzos para acabar con la pandilla. Los defensores de los inmigrantes, por su parte, aseguran que los jóvenes están siendo chivos expiatorios para promover una agenda anti inmigrante en Washington.

Al final, el caso de Danny ilustra lo difícil que resulta balancear la compasión con la seguridad. ¿Era un niño que necesitaba ayuda? ¿O un pandillero que no debería haber estado aquí?

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“¿Van a cerrar las puertas a aquellos que respetan la ley, que solo quieren estar aquí y tener una vida mejor. Y en ese proceso aprovecharán para eliminar a todos aquellos que quieran causar estragos en nuestra sociedad?”, preguntó un fiscal federal que ha tratado varios casos de la MS-13 y que no puede hablar públicamente. “¿O abrirán las puertas para dejar entrar a la buena gente, aunque algo malo acabe entrando con lo bueno?”, sentenció.