Más familias centroamericanas se refugian en México

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Laura María Cruz Martínez, es una madre soltera hondureña que el amanecer del 7 de octubre de 2016, luego de reunir un dinero con ayuda de un pastor, partió junto a nueve niños a su cargo, partieron hacia la frontera de Guatemala con destino a México, sólo con unas bolsas con ropa y objetos personales dejando su casa abandonada, tras correr peligro por amenazas de pandillas en su país.

Nueve meses más tarde consiguieron estar juntas en dos apartamentos contiguos de un barrio obrero en el este de Ciudad de México. Este es compartido con una refugiada salvadoreña y su hija.

Los menores y Laura consiguieron el pasado marzo estatus de refugiado y asilo en México. Eso los convierte en parte de una creciente oleada de refugiados de Honduras, El Salvador y Guatemala que se instalan allí en lugar de intentar llegar a Estados Unidos, al que muchos ven como cada vez más hostil.

La mujer cuenta que la amenaza contra su hogar llegó apenas tres horas después de que reportara a la policía que los pandilleros estaban acosando a su sobrina de 16 años en Chamelecón, un suburbio de San Pedro Sula, que está entre las cinco ciudades más peligrosas del mundo. La última gota llegó cuando un líder pandillero dijo a la chica que iba a ser su novia tanto si quería como si no.

“A otro país no nos podíamos arriesgar porque (si) nos regresaban para nuestro país era muerte segura”, dijo su sobrina, Emma Karina Cruz Velasquez.

En lugar de eso, se entregaron a las autoridades mexicanas en el paso fronterizo de El Ceibo.

Cruz y su grupo pasaron un mes retenidos en instalaciones para inmigrantes en el estado sureño de Tabasco, donde las autoridades mexicanas les hablaron de la posibilidad de pedir asilo. Después se les trasladó a un albergue para inmigrantes en Tenosique, y en una semana se mudaron a un apartamento con asistencia de ACNUR.

Casi todos los aspirantes llegan del llamado Triángulo Norte de Centroamérica, donde las pandillas son en buena parte libres para aterrorizar a la población y las tasas de asesinato están entre las más altas del mundo fuera de las zonas de guerra abierta. La oficina en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima que México podría recibir 20 mil peticiones para final de año, reportó Prensa Libre.

“Estamos hablando de enteras familias, de enteras generaciones hasta 12 ó 15, 17 miembros que llegan a la frontera sur de México”, indicó Francesca Fontanini, portavoz regional de ACNUR. “Obviamente, la respuesta humanitaria tiene que aumentar ante esta avalancha de gente”.

Belize, Costa Rica y Panamá también registraron un aumento a más de 4 mil 300 solicitudes de asilo el año pasado de personas que huían de El Salvador, Honduras y Guatemala.

Al final del día estar con la familia lo vale todo. (Foto Prensa Libre: AP)

La reubicación de refugiados ha crecido en México al tiempo que descendía la inmigración en Estados Unidos. Las capturas de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos han caído de forma brusca en la frontera, especialmente de menores sin acompañar y familias como la de Cruz.

Durante la presidencia de Donald Trump, las autoridades estadounidenses han intentado reforzar su control de inmigración y reducir el número de refugiados.

“Sí creo que hay menos gente que decide poner la vista en Estados Unidos, precisamente porque se ha presentado como un país poco hospitalario”, señaló Maureen Meyer, colaboradora veterana para México de la Washington Office on Latin America, una organización centrada en los derechos humanos.

México recibió en 2015 3 mil 424 solicitudes de estatus de refugiado, una cifra que subió a 8 mil 794 solicitudes el año pasado. Las peticiones ya han superado ese ritmo en lo que va de año, con 5 mil 464 solo entre enero y mayo.

Emma Karina Cruz Velásquez, originaria de Honduras, prepara la cena para los ocupantes del apartamento. (Foto Prensa Libre: AP)

El año pasado, México concedió estatus de refugiado a uno de cada tres solicitantes del Triángulo Norte, según datos del gobierno. Otros cientos de personas recibieron permiso para quedarse sin reconocimiento de refugiados.

En Estados Unidos, por el contrario, las personas de esos países tienen algunas de las tasas más altas de solicitudes denegadas _en torno al 80%_, según un análisis del Transactional Records Access Clearinghouse en la Universidad de Syracuse.

En Honduras, las familias vivían en una disputada línea divisoria entre los territorios de dos pandillas rivales, y las balaceras eran habituales. Cruz dejó su trabajo limpiando casas y empezó a vender tamales y horchata desde la casa para poder cuidar de los niños, que tenían prohibido salir de casa solos. Las hijas y la sobrina de Cruz dejaron de ir a la escuela el pasado junio porque el acoso de los pandilleros se había vuelto demasiado intenso.