Historias conmovedoras de madres salvadoreñas “heroínas” en tiempo de pandemia

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EL SALVADOR.- Llegar a casa se ha vuelto una verdadera travesía… Los cuidados para ella comienzan antes de salir del hospital en el que labora cuando termina su turno, comenta entre una pequeña sonrisa y a la muestra de fe, “Matita” como cariñosamente la llaman sus hijos.

Marta Salinas (Matita) es licenciada en Radiología y labora en el Hospital Militar Central y en otro hospital del ISSS, donde por su trabajo, a diario está a centímetros de pacientes graves con COVID-19.

La joven madre de una niña de 12 años de edad, y dos gemelitos de 8, comenta que los cuidados para ella comienzan incluso antes de salir del hospital para poder ir a ver a sus hijos.

“Antes de salir del hospital, me baño y al llegar a casa, fuera de esta me quitó todo, me sanitizan e inmediatamente a bañarme otra vez, no abrazos, no besos, no acercamientos, hay días en los que me aislo completamente e incluso me he quedado fuera de casa a dormir por el temor de contaminarlos” narra entre lágrimas.

Martita comenta que desde que el primer caso de COVID-19 fue detectado en el país, “definitivamente” hubo un cambio rotundo en su estilo de vida y en el de todas las personas que laboran en el área de salud.

“Uno vive con un temor constante de contaminarse del virus, aunque el temor ya no sólo es en el hospital sino también fuera de él, y llevarlo a nuestro hogar y contaminar a la gente que amamos” dice.

Las jornadas de trabajo por la emergencia de COVID son de turnos rotativos de 12 horas consecutivas en las que a pesar de protegerse y cumplir con la medidas de prevención, el temor continúa.

Marta reconoce que como madre y como familia se está acostumbrado a constantemente dar abrazos para demostrar el amor y el cariño en la familia, sin embargo, ella ha tenido que dejar esas muestras, incluso las pláticas y los juegos, todo eso para no imcumplir con las medidas de prevención del COVID 19.

No obstante, dice que todas las noches se reune con su familia a leer la Biblia de forma dinámica con sus hijos, en ese momento, además de leerles la palabra de Dios, también les habla de la situación que se vive en el hospital con los pacientes y personal que labora.

“Para que entiendan que la prevención comienza con la concientización que cada uno debe tener para que ya no hayan más casos y al final oramos para que todo esto termine” dice Marta.

Otras de las cosas que ha comenzado a hacer es apartar un poco de tiempo de calidad con su familia, sin dejar atrás las medidas de prevención, y “aún entre el cansancio, la presión, la carga académica y el encierro que afectan para poder pasar momentos agradables en familia” agrega.

Marta comenta que la carrera que eligió (Radiología e Imagen) al igual que médicos y enfermeras están en primera línea en el combate contra el COVID-19, no para el diagnóstico pero si para el tratamiento y seguimiento de la enfermedad. “Estamos en contacto directo con los pacientes positivos ya confirmados y sobre todo delicados, a centímetros de ellos… Por lo que jugamos un papel muy esencial en el tratamiento y seguimiento de estos pacientes” indica la profesional.

Es por ello que en este día de las madres, Marta sabe que se vivirá diferente, sin embargo, dice que siempre hay que celebrar sin afán a la comercialización, sino en lo que de verdad viene del corazón, “esos detalles que más que durar un día, llenan para siempre el alma”.

“Extiendo un saludo muy cordial a todas las madres que luchan día a día para sacar adelante a su familia, en especial a la mía por ser mi ejemplo, porque hoy que soy madre comprendo los sacrificios que hizo, y que gracias a ella somos lo que somos… Dios les derrame salud y bendiciones infinitas hoy y siempre. Recuerden no estamos solas… Dios esta con nosotras..!!!
Felicidades!!!!” Marta Salinas.

También, manifiesta que es un orgullo ser parte de ese equipo que está luchando contra el COVID-19, “en lo personal y como muchos me encomiendo a Dios cada vez que salgo de casa y de igual manera agradezco que me permita regresar…”

“Hago mía una promesa que Dios nos ha dado: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo….” Salmo 23:4

Otra historia similar es la de Vilma de Ponce, quien es enfermera del Hospital Zacamil. Ella coincide con Marta en que es muy preocupante, “solo con el simple hecho de saber que están tratando con pacientes delicados” y que en cualquier momento podrían infectarse de la enfermedad. El temor aún mayor al saber que el riesgo es también para la familia.

Vilma dice que desde que inició la emergencia “comenzamos a clamar a Dios por su protección”.

La enfermera comenta que las jornadas ahora son más largas y es más difícil y cansado, además, las medidas son más estrictas, y el equipo de protección “es algo muy sofocante” pero reconoce que necesario.

Ella al igual que Marta, al llegar a casa primero sanitiza su calzado en la entrada, luego pasa a bañarse y cambia de ropa, eso sucede siempre que llega de trabajar. Aparte, dice que no llega con su uniforme.

“Al venir encuentro a toda mi familia reunida me siento muy bien, paso más tiempo con ellos, ya que las jornadas de trabajo son muy largas, el tiempo libre también es más libre , el cual les dedico” asegura.

La enfermera tiene dos hijas que “ya están grandes y comprenden la situación” y por ello, manifiesta que “son un apoyo para seguir con las medidas necesarias”.

Para ella también, este día de las madres será “un día inolvidable” dice, no obstante, hace el llamado a todas las madres a quedarse en casa para pronto salir de esta situación.

Tanto Marta como Vilma son profesionales que tienen claro que su deber “es salvar a las personas” espíritualmente hablándoles de Cristo para que sean salvos y tengan vida eterna, y físicamente ayudarlos a que sean restaurados con sus cuidados.

“Es una satisfacción saber que van de alta, con su recuperación” añade Vilma.