El padre jesuita Rutilio Grande será beatificado este sábado junto al cura italiano Cosme Spessotto y los laicos Nelson Lemus y Manuel Solórzano, todos asesinados por escuadrones de la muerte y ahora mártires de la iglesia Católica.
El padre Rutilio es considerado el primer mártir de la iglesia católica, pues en sus homilías siempre denunciaba las injusticia que padecía el pueblo y proclamaba un país unido.
El sacerdote fue asesinado la tarde del 12 de marzo de 1977, junto a Manuel Solórzano (72 años) y el joven Nelson Lemus (15 años), que lo acompañaban a celebrar una misa de la novena en honor a San José, patrono de El Paisnal.
El padre Grande y sus dos acompañantes se conducían en un vehículo “zafari”, cuando fueron emboscados por un grupo de hombres armados quienes dispararon contra el “zafari” y sus pasajeros. Una de las balas incluso atravesó, inmisericorde, el libro del ritual de los sacramentos.
El auto volcó y en su interior quedaron tres cuerpos sin vida.
El reporte forense afirma que el padre Grande recibió doce balazos.
Cada 12 de marzo cientos de personas conmemoran con una peregrinación desde Aguilares hasta El Paisnal la vida de Rutilio Grande, como un homenaje a su entrega por señalar las injusticias y abusos de poder durante la década de los 70.
Hoy la iglesia salvadoreña está lista para celebrar la beatificación de estos los mártires con anhelo de que se conozca la verdad y se haga justicia.
El proceso de beatificación y canonización del padre Rutilio Grande inició el 22 de noviembre de 2016, por decreto emitido en el Vaticano.
En 2020 el papa Francisco aprobó el decreto que reconoce el “martirio” del sacerdote Grande para ser proclamado beato, y en el que se estableció que el cura fue asesinado por “odio a la fe”.
Grande nació el 5 de julio de 1928 en El Paisnal. Fue el hijo último de Salvador Grande (hombre de importancia económica y política y alcalde de El Paisnal durante varios años y diferentes períodos) y de Cristina García, quien murió cuando Rutilio tenía cuatro años; lo cual hizo que pasara al cuidado de su abuela, quien, en palabras de Rutilio, fue una mujer religiosa y a quien el mismo Rutilio atribuyó la responsabilidad de su espíritu y vocación.
