Abuelitos deciden usar disfraz de oso polar para poder abrazar a sus nietos en Navidad

Ni Barbara ni Clive querían poner en riesgo la salud de sus nietos ni la suya propia, por lo que cuando encontraron los disfraces supieron que funcionaría perfectamente para mantenerse seguros

0
717

Los ancianos no querían poner en riesgo su salud ni la de sus nietos y compraron unos trajes completamente cerrados.

La pandemia de la Covid-19 ha provocado que abuelos y nietos deban mantenerse alejados para poder preservar la salud de los más mayores. Sin embargo, también ha supuesto que usemos la imaginación para poder abrazarnos y sentirnos más cerca los unos de los otros.

Barbara y Clive Walshaw, una pareja de abuelos ansiosos por poder volver a abrazar a sus seres queridos, adquirieron unos disfraces hinchables con forma de oso polar. Así, los ancianos pudieron volver a sentir cerca a sus nietos después de nueve meses distanciados.

Los ancianos habían permanecido en su casa de West Yorkshire desde el pasado 1 de marzo debido a la crisis sanitaria del coronavirus. Desde entonces, no habían vuelto a tener contacto físico con ninguno de sus tres nietos. Incluso, el plan inicial consistía en celebrar una reunión navideña a través de Zoom.

Cuando Barbara encontró los disfraces de oso polar en Internet, no dudaron en comprarlos para sorprender a los niños con un caluroso abrazo navideño. “Son las mejores 15 libras esterlinas que había gastado en mi vida, me traen tanta alegría y un puro espíritu navideño”, comentó la mujer a Daily Mail.

Cuando los niños vieron los disfraces, no podían creer que sus abuelos estuvieran dentro de esos oso polares de dos metros de altura ya que los pequeños seguían sin entender por qué, de un día para otro, habían dejado de verlos.

Ni Barbara ni Clive querían poner en riesgo la salud de sus nietos ni la suya propia, por lo que cuando encontraron los disfraces supieron que funcionaría perfectamente para mantenerse seguros: “Queríamos tener cuidado porque si nos poníamos mal, no seríamos solo nosotros los que estuviéramos mal, los chicos se sentirían responsables de ello. Pero el vestuario funcionó muy bien. Totalmente cerrado. Creo que fue la mejor idea que he tenido”. El esperado reencuentro duró seis minutos en los que hubo tiempo para las risas, los abrazos y los llantos. Neil Walshaw, hijo de la pareja, explicó que este “fue un momento que los niños nunca olvidarán y que los mantuvo emocionados todo el día”.