Ya son 19 años los que han transcurrido desde aquel fatal movimiento telurico del 13 de febrero de 2001, cuya magnitud se enfrascaba en los 6,6 grados en la escala de Richter, dejando como resultado un total de 315 fallecidos, 3999 heridos y más de 250 mil damnificados.
Era justo las 08:22 minutos del martes 13 de febrero, cuando el estruendo resonaba sobre las laminas de la vivienda, el ruido del terremoto que estremeció a El Salvador durante 20 segundos dejó a su paso un desastre total en viviendas, edificios y zonas rurales.
El epicentro de dicho terremoto fue localizado en una falla local de San Pedro Nonualco exactamente a 30 kilómetros del gran San Salvador, lo cual reflejo una profundidad focal que asciende de entre los 8.2 y 13 kilómetros.
Estudios locales de la dirección de Investigaciones para Propósitos Múltiples del Ministerio de Economía, reflejan que desde el año 1998, en El Salvador, únicamente se encontraban viviendas con paredes con construcción de adobe por lo que dichas viviendas no soportarían los movimientos de tal magnitud.
Tras el terremoto, los lugares más afectados fueron: San Martín, San Miguel, San Salvador, San Juan Tepezontes y Candelaria en el departamento de Cuscatlán donde según las autoridades se obtuvo una de las perores desgracias ya que en los decesos su mayoría fue liderada por niños.
Así mismo se registraron derrumbes en los volcanes de Santa Ana y San Vicente, La Cordillera del Bálsamo, Cerro San Jacinto y Cerro Las Pavas, también sufrieron daños graves.
Según el Centro de Información de Terremotos de los Estados Unidos de Norte América. En total, las cifras unidas con las del terremoto del 13 de enero dieron un total estimado de pérdidas de 1603,8 millones de dólares, equivalentes al 12,1 % del PIB, 43,5 % de las exportaciones y al 75 % del presupuesto general de la nación para el año 2001.
